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miércoles, 17 de agosto de 2011

Texas

Lo primero que hacemos al empezar el día es visitar la ciudad de Oklahoma City, famosa por albergar anualmente una de las ferias de ganado más importantes del país. Eso y el petróleo son los principales motores de la ciudad. También es tierra de indios, pero la verdad es que no vemos gran cosa de eso. Es domingo por la mañana y si normalmente las ciudades americanas nos resultan vacías, lo de ésta es sobrenatural. Hemos llegado a pensar que han gaseado la ciudad, que ya no queda nadie vivo y que sólo quedan los edificios en pie. Damos nuestras vueltecitas de primera hora y nos encontramos de frente con la botella de leche gigante. Es increíble lo que entienden por monumento en este país.
Alvaro y la botella
Derechitos al Capitolio para continuar el viaje lo antes posible. La ruta en la ciudad se pierde un montón por las modificaciones urbanísticas, así que, como ya nos conocemos el tema, cuanto antes salgamos mejor.
Los niños con Marian enfrente del Capitolio y un indio 
con las primeras botas UGG de la historia
Ruta adelante nos encontramos con Hydro, la ciudad en la que vivía Lucille Hamon que desde los años 40 eran The mother of the Mother Route, una camarera encantadora que cuidaba de los viajeros y que seguramente sigue haciéndolo desde el cielo ya que murió hace unos pocos años. La gasolinera en la que trabajaba aún se mantiene y han construido otra con un museo-restaurante-tienda en homenaje a ella. Como es domingo cierra a las 2, nosotros llegamos 20 minutos más tarde y lo que es este país, no nos dejan entrar a pesar de haber gente dentro. Ellos se lo pierden.
Antigüa casa de Lucille
Nueva casa de Lucille
Como no nos dejan comer ahí, llegamos hasta Clinton. Parece ser que la suerte empieza a sonreírnos y el museo de la Ruta 66 que debería estar cerrado por ser domingo, está abierto, guay! Comemos primero en El Alamo, el restaurante italiano que está enfrente y de cabeza al museo. éste es uno de los más bonitos de la ruta porque está planteado de forma diferente. Atraviesas varias salas, cada una referenciada a una etapa diferente en el tiempo. Los pioneros, Frank Sinatra, Elvis, Hotel California... Además hay un botón en cada etapa y si lo presionas no sólo te acompañan los recuerdos de la ruta sino también su música. 
Susana en la parte de setentera de California


Siguiendo la ruta nos encontramos de repente en medio de un campus. Los típicos tópicos se cumplen y sin darnos cuenta, en mitad de un campo de no se sabe lo qué, nos encontramos con la banda de la universidad ensayando. Es una realidad, los marginados de la clase, los freaks que diría Sergio, son los que tocan y el más regordete es el del trombón. ¿Será para llenarlo? En un campo de rugby que hay al lado, están los molones entrenado. Agüita con los golpes que se dan.


En Elk nos encontramos con una especie de Cortylandia del lejano Far west que tenía su punto. Han recreado un pueblito con su barbería, su cárcel, su iglesia, su banco... todo nuevo pero todo lleno de cosas de la época donadas por iniciativa privada. Cómo no, cerrado por ser domingo. Ahí me da por hacerme fotos sentada en bancos, los hay chulísimos! A Marian, que es más romanticona, le da por los puentes y los templetes de madera. No es que nos mate, pero vale...


Justo al lado un museo de la ruta... también cerrado. Empezamos a pensar que viajar en domingo no es una buena idea para estos temas. En Sayre sólo nos damos una vuelta en coche, no da para mucho más. Un poquito más y salimos del estado de Oklahoma para entrar en Texas. 

Entramos en Texas cruzando un arco muy folclórico -el primero que nos señala un cambio de estado- parando en una gasolinera con área de descanso. Nos llevamos dos gratas sorpresas. La primera, un museo de coches antiguos y de la ruta impresionante y, como dice Geni, sin tener que pagar ni un dólar. La segunda, podemos por fin llegar pronto a un hotel y hacer la colada!!!
Acabamos parando en Shamrock -trébol, cosa que no entendemos porque aquí, lo más parecido a un irlandés somos nosotros- famosa por ser donde se cruzan la Ruta 66 y la 83 que une Canadá con Méjico. Como diría Gomaespuma, crisol de razas cruce de caminos. Un buen hotel con lavandería en el que ponemos unas cuantas lavadoras y otras tantas secadoras mientras nos tomamos algo en el bareto de al lado. Esta vez triunfa el feminismo y los chicos se encargan de la ropa. Cena rápida porque estamos literalmente muertos.

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