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sábado, 13 de agosto de 2011

Por fin...

Nos levantamos, como siempre, muy tempranito. El jet lag tiene que servir para algo y seguimos madrugando para ser vacaciones. Hoy conduce Marian, se nota que tiene un 4x4 porque se le da de miedo salvo por los cruces de este país. Tema: en EE.UU. los semáforos están pasados el cruce, algo a lo que cuesta acostumbrarse, y aunque estén en rojo, si vas a girar a la derecha, no sólo puedes sino que debes hacerlo o te pita el que vaya detrás. Además, en los cruces tiene la preferencia el que primero llega, una locura vaya. 
Visitamos Saint Louis que a decir verdad tiene poco que ver. Lo más famoso de todo es el Gateway Arch, un arco de acero construido al lado del río Mississipi con 192 metros de altura en el punto más alto. El coste de la entrada es de 10$ con los impuestos incluidos. Se accede a un hall común pasando antes por un control de seguridad y se puede subir por ambos pilares.
Las chicas Amish que
conocimos en Chicago
Hay varias tiendas, cómo no,  y en una de ellas encontramos a dos chicas Amish bastante tímidas. Después de charlar un rato con ellas nos dejaron sacarles una foto. Se nota que son una comunidad alejada del consumismo porque no se maquillan ni se depilan como podéis ver en la foto. El arco en sí, la verdad, no tiene ninguna gracia salvo las  cápsulas a las que te subes. La construcción tiene casi 50 años y tan sólo en esas cápsulas se nota el toque retro. En la pasarela de espera hay unos monitores redondeados, muy cincuenteros, que proyectan un vídeo sobre su construcción para hacer más amena la espera. Bajo cada uno de ellos hay una puerta muy pequeña que cuando se abre te permite subir a una pequeña cabina para cinco personas, muy redondita, muy de la Iniciativa Darhma, todo muy Lost. Hasta el vídeo parecía uno de los de formación, sólo faltaba que se llamara la estación Hydra, o La Orquídea, o El Cisne, o El Faro… Nos encantó.  
Geni y Marian en la
puntita del arco

Arriba, poco que ver. Unas ventanas minúsculas con una repisa sobre la que inclinarte y unos cristales llenos de manchas de las caras de los que se habían apoyado para tener una panorámica poco interesante de una ciudad poco interesante. Tan sólo el río y el capitolio de la ciudad se salvan. Para ser justos, después de Chicago nada nos impresiona.







Chain of Rock Brigde
Desde ahí retrocedemos de nuevo al estado de Illinois –Saint Louis está en Missouri- para ver el Chain of Rock Bridge. Es un puente construido en la década de los 20 que en los años 30 comenzó a formar parte de la ruta. Cruza el río Rock Bridge y más adelante el río Mississipi entero dado que el puente mide 1.632 metros de largo. Según una de las guías, el curso común de ambos ríos lo posiciona como el tercer río más grande del mundo después del Nilo y el Amazonas. Hace años que está cerrado al tráfico y ahora sólo se puede atravesar andando o en bici. La vuelta para verlo nos supone recorrer unos cuantos de kilómetros más pero merece muchísimo la pena. Las vistas sobre el río son espectaculares. Caminamos hasta la curva, el paseo es precioso y se oye una cantidad de bichos tremenda, hasta vemos tortugas nadando por el río, pero hace un calor espantoso, es la una del mediodía y el sol pega que no veas. De vuelta al coche y seguimos la ruta esta vez en el estado de Missouri, Illinois queda atrás.
Llegamos tarde a Cuba, pueblito famoso por la cantidad de iglesias que tiene y por sus murales, que no son ni de lejos tan chulos como los de Pontiac ni hay tantos. Comemos en el Missouri Hick Bar-B-Q y por primera vez probamos la barbacoa. Hemos de decir que las cantidades bastante razonables, nada que ver con esas fotos tremendas que hay en las guías en las que parece que han asesinado un rebaño entero sólo para ti. El sitio es muy rústico, todo de madera y nos vamos de allí encantados. Es en ese momento cuando Susana coge el coche por primera vez –su primer 4x4, su primer automático, su primera vez conduciendo en EE.UU.- y comienzan las taquicardias para el resto del grupo. Después un montón de burradas dignas de salir en las noticias y varios frenazos en los que todos se alegran de no llevar dentadura postiza o hubiesen salido disparadas, parece que medio se hace y todos respiramos tranquilos hasta que nos damos cuenta que nos hemos salido otra vez de la ruta y vamos por otra carretera!!! No hay problema, giro inesperado y conduciendo por el arcén mientras -Marian hace testamento en una servilleta- retomamos la 66. 
Devil's Elbow
El siguiente objetivo es el Devil’s Elbow, el codo del diablo, junto al río Big Piney, un sitio muy famoso porque era donde se atascaban los troncos que transportaban y donde se provocaron muchos accidentes. Aunque nos sotó un montón dar con él porque tuvimos que dar varias vueltas, realmente mereció la pena. El puente es espectacular, como ajado por el tiempo del óxido que lo cubre.
Susana en el Elbow Inn
con su cielo de sujetadores
Allí, justo al lado, está el Elbow Inn, un sitio de auténticos devotos de las motos, de la ruta y de lo que en definitiva es un auténtico estilo de vida. Por fuera mil motos aparcadas a cada cual más bonita. Una valla rodea unos cuantos bancos alrededor de mesas y un lugar donde hacer fuego. En el medio un garito espectacular con el cielo lleno de sujetadores firmados por todas aquellas que se dejaron llevar por la ruta. Gente buena en un ambiente bueno. Si hay alguien raro en ese lugar, claramente somos nosotros. La primera persona que conocemos es Ana, nacida en España, criada en Cuba y casa en EE.UU. Se nos acerca con curiosidad por saber de dónde somos, más tarde nos ayuda identificando los cambios de color de las placas de la ruta porque el tramo de Saint Louis a Springfield es bastante complicado. Dentro nos pedimos unas cervezas, al principio con timidez pensando que continuábamos la ruta. Después, fascinados por el ambiente, la música de karaoke en el que las chicas lo daban todo, conocimos a Wes, un tipo de la Navy que hace 30 años estuvo tres veces en la base de Rota y cambiamos de opinión. Nos alojaríamos en uno de los hoteles que quedan cerca. Sólo de lo que Wes recuerda de España hizo que nos invitara a una ronda de Budweiser, realmente la gente de este país es más que encantadora. Estuvimos charlando un montón y nos dio buenos consejos de la ruta. Tenemos unas fotos estupendas con él pero están la cámara digital, prometo subirlas en cuanto tenga a mano un lector de SD. 

Alvaro, Marian, Juan, Ana,
Susana y Javier en el Elbow Inn
Al ratito conocimos a Juan, el marido de Ana, un tipo mejicano del que nadie sería capaz de adivinar su origen de lo alto que es. Junto con otro amigo suyo mejicano, que ahora que lo pienso no llegó a decirnos su nombre, pasamos un rato genial. Y por fin, podemos decir, que llegamos a saborear de verdad el auténtico ambiente de la ruta y de su solidaridad. Gracias por el increíble rato que nos hicisteis pasar. Gracias por recordarnos que somos unos privilegiados por estar aquí. Gracias por dejarnos ver la Ruta Madre a través de vuestros ojos. Si algún día estáis en Madrid, nuestra casa es vuestra.

2 comentarios:

  1. Se nota que os lo estais pasado en grande!!:) Bueno, y no mencionemos a las chicas Amish... Menudo pavo eres Alvaro!!!;) Y lo que no entiendo es que haces tu Susi en un cielo de sejetadores... De verdad. Susi, creo que esto es: Resacon en las Vegas 3, ahora en EE.UU!!
    Que os lo paseis muy bien y conducir con precaucion, por favor. Lo digo sobretodo por Alvaro...XD (es broooma) ;) os quiero mucho y ya me contareis! un beso a todos de mi parte y dos enormes para vosotroos!!

    Angie

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  2. El nombre de nuestro amigo, que es mas hermano que amigo, es Benjamin. Me alegro ver conocerlos a todos. Y Ana fue hecha en Cuba, nacida en España, y criada en EE.UU. Si algun dia regresan a Missouri en vacaciones se quedan en casa nuestra. El siguiente dia les damos classes en conducir moto, las montamos y los damos un viaje en nuestro peublo. Regresamos a casa, pasamos el resto de el dia al lado de la picina bebiendo unas cervezas. Los conocimos menos que una hora, pero se siente que los hemos conocimos anos.

    Juan Y Ana

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