Vistas de página en total

miércoles, 24 de agosto de 2011

De Albuquerque, o Albukiki como dice por aquí, a Grand Canyon

Albuquerque es también una ciudad colonial de origen español y, al igual que Santa Fe, conserva todavía el sabor de sus orígenes aunque es bastante más ciudad. Se fundó en 1706 pero sigue teniendo todavía su plaza principal con los edificios administrativos de la época muy bien conservados. Tema: Eso es algo que nos sorprende mucho de las ciudades americanas, no tienen un lugar central alrededor de lo que gire todo, son una sucesión de barriadas sin apenas comercio dejando para eso los mall de las afueras. Los edificios de esta ciudad son muy bonitos, el que más nos gusta de todos es el Teatro Kimo, art decó con influencias indias.



En una barbería exponen portacaramelos Pez, de los de toda la vida, tuneados por un artista local. Son sencillamente geniales.


Cruzamos el Río Grande que sale en tantas películas camino de Arizona. A la salida de la ciudad, a unas pocas millas, comienzan los casinos regentados por los indios ya que están exentos de impuestos. Paramos en uno de ellos, Casino Route 66, buscando la pared con los escudos de todos los estados que cruza la ruta. Lamentablemente lo están reformando y ese mural ha desaparecido. A la entrada con encontramos con unos moteros mejicanos muy majetes que están haciendo la ruta después de una concentración de motos en Sturgis en la que han estado hace un par de semanas. Nos dicen que se han reunido más de 500.000 moteros de todo el mundo!!! Tuvo que ser increíble. Continuamos y pasamos sobre el Río Puerco atravesando el puente original de 1933.



Después de Laguna Pueblo llegamos a Mesita, lugar donde la ruta se pone realmente dura pero aún se puede recorrer un poco. El pueblo está ajado, seguimos encontrando muchas casas de piedra casi totalmente derruidas. Sigue la herencia colonial vemos de pronto Sacred Heart Mission. Los locales siguen siendo muy introvertidos prohibiendo estacionamientos y sólo nos paramos a sacar una foto a la misión. En todas las guías nos dicen que hay que ser muy respetuosos con las normas e intentamos respetarlas al máximo.

Como no hay mucho más que hacer, seguimos la ruta. Marian conduce y le toca pasar por la Roca del Búho y por la segunda Dead's Man Curve que hasta ahora hemos encontrado. La carretera gira 180º en una curva enooooooorme donde nos encontramos con los moteros mejicanos del Casino haciendo fotos. Casualidad? No cuando sigues la ruta :P

Echando una manilla con las fotos a los colegas de la ruta

En La Laguna encontramos otra misión, esta vez con convento incluido que se llama San Jose Mission. En McCartys, otra misión, Santa Maria de Asoma Church. Ojo, hay otra que es una réplica, la buena está en lo alto de una loma. Parece que la ruta es temática por tramos. Unos cuantos de gigantes, otros de gasolineras, otros muchos de neones..., y ahora de misiones. El paisaje cambia otra vez y empieza lo que llaman la tierra de malpaís, zona volcánica, negra y totalmente árida donde es imposible que crezca nada. La ruta es impracticable y vamos por la freeway I-40. En Grants paramos a comer en El Cafecito. A pesar de su nombre no hay espresso ¿? Pasado Thoreau cruzamos la llamada Línea de reparto de las aguas. A la izquierda caen en el Pacífico, a la derecha en el Atlántico. Es un sitio un poco confuso porque hay dos señales que lo marcan, cada una con una añtura diferente. La zona está plagada de tienduchas nada interesantes regentadas por indios Navajos.




La tormenta nos persigue. Llegamos a Gallup, la capital de los indios de América. Justo a la entrada está El Rancho Hotel, muy famoso por las estrellas de cine que se alojaban en él cuando se rodaban las pelis del Oeste o simplemente porque sí. El hotel tiene mucho encanto y a cada habitación  le han puesto el nombre de un actor/actriz.

Marian y Geni en un mapa del hotel de
El Muy Leal Reino de Nuevo Méjico
 

En la ciudad hay un mural muy especial dedicado a los Code Talkers, los indios Navajos que durante la Segunda Guerra Mundial protegieron las comunicaciones de los americanos gracias a la extrema dificultad de su lengua. En total 420 navajos trabajaron en la codificación y sólo en 1968 se liberó el código al mundo. Como agradecimiento a su lealtad el gobierno americano decidió que el 14 de agosto sería el día nacional de los codificadores navajos. Esta historia nos enternece y como pequeño homenaje nuestro, les dedicamos este huequito en nuestro blog.




Vemos los rastros de las líneas ferroviarias. Si ya hemos cruzado decenas de vías de tren, lo de ahora es increíble. Nos encontramos trenes de 4 locomotoras con más de 100 vagones, sin exagerar que los contamos. De nuevo nos llueve entrando en el estado de Arizona, tremendo ya que se llama así porque literalmente es la zona árida. Nos encontramos con el Petrified Forest y con el Painted Desert. Nos abruman los colores, poco más se puede decir. Colores y más colores en los que leer la historia de la tierra como si fuera un libro abierto. Entramos en el parque con otra hora de regalo por haber cambiado de estado. Cuando creímos que sólo teníamos menos de una hora resulta que ganamos una más. Sintonizamos una emisora navajo y tenemos la suerte de encontrarnos una auténtica ceremonia tribal que celebra la llegada del agua que nos persigue desde kilómetros atrás.




A lo largo del camino nos encontramos, cómo no, señales de la ruta. Hay una parte del parque que literalmente se ve atravesada por ella y como homenaje hay una reseña a la misma. La ruta continua siguiendo la hilera de los postes de luz.



En el bosque petrificado se encuentran árboles fósiles que por la evolución de la tierra 
se han conservado fosilizados hasta hoy. Es una pena, no hay apenas luz para fotos peor disfrutamos a rabiar de las vistas. Tenemos un ratito de mido, hay que salir a las 7 y vamos casi media hora tarde y aún en el parque. Encontrarnos un montón de coches parados nos tranquiliza.

Salimos del parque con más miedo que 40 viejas, sobretodo porque a la salida la barrera está bajada. Finalmente salimos sin problemas. Intentamos llegar al Wigwam Motel en Holbrook pero lamentablemente estaba completo. Es uno de los hoteles emblemáticos de la ruta, muy de la época, cada habitación es un tipi en sí misma, muy kitsch y a la vez muy americano. La decepción de no tener disponibilidad y la urgencia de encontrar un lugar para dormir nos hace aplazar la visita para el día siguiente. Recorremos todos los moteles de Holbrook: en uno había una cucaracha, otro olía a zorro, otro era espeluznante, en otro el recepcionista se enfada con Álvaro... Acabamos en el Globetrotter Lodge, muy chulo, regentado por Mister Sobaco, un austríaco llamado Peter que a pesar de tener el mejor motel de la zona olía que daba miedito. Cenamos en un Steak House y nos vamos a dormir. Estamos cansados.

No hay comentarios:

Publicar un comentario