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sábado, 20 de agosto de 2011

De Tucumcari a Albuquerque

Por la mañana lo primero que hacemos es la famosa ruta de los neones de la ciudad de Tucumcari. De noche son preciosos pero la mitad de ellos no funcionan así que si quieres verlos todos ha de ser de día cuando realmente aprecias la decadencia del lugar. En su momento de esplendor, la ciudad tuvo que ser increíble. Te imaginas calles llenas de chicas con faldas por debajo de la rodilla y cola de caballo y de chicos engominados con chaquetas con coderas y solapas hasta el hombro. Nos encanta. Y por fin encontramos un sitio con un café como debe ser. Ya era hora!!! Los Trading Post empiezan a verse por todas partes. 
Atravesamos Montoya, un pueblecito despoblado con tierra roja y paisaje rocoso.


En Newkirk más de lo mismo, casas decadentes y medio derruidas y mucho "Prohibido el paso y el estacionamiento". No parece que los locales sean muy cordiales. Por si las moscas casi ni nos bajamos.


Atravesamos El Cuervo, ciudad tan pequeña que antes de empezar ya estábamos fuera, pero el tramo de la ruta sigue ahí el paisaje es espectacular.


Santa Rosa nos decepciona un poco. Lo que esperábamos como una ciudad colonial en realidad es un paisaje de rótulos a lo largo de la Historic Route 66. Hay un punto de buceo que se llama el Blue Hole que por lo visto es famosísimo debido a la extrema visibilidad del agua que proviene de un pozo artesiano. En el Auto Route 66 Museum por 5$ entramos, hacemos un par de comprillas de la ruta y vemos una colección de coches que el dueño lleva restaurando desde hace años. Según nos cuenta, empezó con miniaturas cuando tenía 6 años, más tarde se pasó a los coches y ahora que tiene 63 ha conseguido una cantidad considerable. Algunos de ellos están a la venta y la verdad, viéndolos, no nos parecen muy caros. El Sheriff del Condado de Guadalupe, que casualmente anda por ahí con su pistola y su chapita, nos hace una foto!!!




A partir de Santa Rosa la ruta se bifurca. El antiguo trazado, que hasta 1937 pasaba por Santa Fe, se convertía en un recorrido muy sinuoso después de las planicies que dejabas atrás y muchos pioneros se dejaron la vida ahí. Se puede continuar hasta Moriarty y ahí retomar la 66 hasta Albuquerque o ir a Santa Fe. Nosotros optamos por el desvío y seguir la antigua ruta, os lo aconsejamos. Y Marian, por fin, se hace la ansiada foto en el school bus, ole, ole, ole.
Homenaje al cole Cumbres, lo que se ve
por arriba es el dedo de Geni
Cruzamos el río Pecos que en su momento debió de ser la leche por aquello de “el más malo al oeste del Pecos”. Debe ser verdad porque nosotros ya estamos al oeste y somos lo peor. Comienza el paisaje realmente rocoso, nos estamos acercando al Gran Cañón y flipamos con lo verde que está todo. Santa Fe es una de las ciudades más típicas de la ruta ya ha sabido preservar todo el mestizaje de las antiguas colonias españolas, las tribus indias y la influencia de los pioneros. El pueblo es muy colorista y está lleno de tiendas de todo tipo de artesanía local. Muy entretenido.Y de repente, cuanto menos lo esperamos, nos encontramos en Madrid. Un pueblecito en el medio de la nada que no tiene nada de castizo. Es un pueblecito muy pintoresco, en un paraje muy montañoso con lo que Marian llama “bolas verdes”, léase, los arbustos que asocias la lejano oeste dando girando por las calles.


Alvaro y Geni en Madrid ¿?

Kevin y Nancy, del Blue Swallow, nos habían recomendado un motel a las afueras de Albuquerque para dormir esa noche en una caravana. Se llama Enchanted Trails RV Park & Trading Post. Es un camping de caravanas que además alquila caravanas como habitaciones y que tiene un edificio principal decorado como el Blue Swalow. Por supuesto, nos perdemos para llegar y cuando conseguimos dar con él estaba cerrado, no funcionaba la recepción. Una local muy amable con familia en Sigüenza –verídico- que no hablaba nada de español y que estaba por allí haciendo la colada en la lavandería del motel, intenta ayudarnos dejándonos hasta su móvil. Acabamos sentados a la puerta buscando un plan B en Albuquerque dándolo todo. Qué lástima....

 
Al final dormimos en el Sandia Peak Inn, un motel regentado por una “cotorra india” como dice la rubia. Una mujer que llegó desde India con 8 dólares en el bolsillo cuando tenía 22 años sin saber ni una palabra de inglés y hoy, con 53 años, tiene el segundo mejor motel valorado en Trip Advisor de una ciudad que tiene más de 150. Eso sí, nos enteramos de ello porque sólo le preguntamos si tenía dos habitaciones libres. Era una kilo lengua brutal, si hasta nos enseñó su casa!!!

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